Me enferma quedarme enteramente en casa mas de dos días, y entiendo que salir a cualquier hora sea un gran riesgo en el país en el que vivo, incluso a plena luz del día, cuando los rincones mas oscuros están iluminados, Venezuela es cada día mas peligrosa, cada día mas difícil, y si, es verdad que en el instante que pones un pie en la calle estás en peligro de perder tus posesiones materiales, dignidad o peor, la vida. Suena horrible porque es horrible, pero si me pongo a pensar únicamente en lo malo ¿que sentido tendría vivir? me amargaría, me escondería de todo, de lo que pasa en el exterior, me aislaría y haría únicamente cosas que no representen ningún peligro, me niego a hacerlo, tampoco es que voy a salir de fiesta a una discoteca de Tocorón pero me niego a que me quiten el derecho de caminar por donde mi sentido común me diga que corro menos riesgo, también rechazo rotundamente el caso de que si lo hago me tachen de distraída en mi propia casa, por esa clase de amargue es que mi hermana de 15 años se está convirtiendo en una vieja amargada interiormente, con miedo de todo y todos y con rechazo hacia las cosas nuevas.
Al diablo saben, amargándome la vida no voy a conseguir que maten a menos personas en la calle cada día, o que los índices de delincuencia bajen, simplemente haré lo de siempre, no pasarme de loca y desviarme a lugares en los que no tengo nada que buscar y seguir escapando de la apatía y las carotas que usualmente me aguardan en mi casa.
Prefiero ser una distraída a una amargada.
Mariana Betancourt Castro