¿Para que hablar? no hacía falta si de sus dedos podía salir la música que expresaba lo que sentía, estaba de más si quiera intentar hablar cuando con sólo cerrar los ojos y pasear sus dedos por las teclas del piano que tanto conocía podía manifestar como su interior lloraba o reía, como su alma volaba aunque sus pies estuviesen pegados al piso, como con solo imaginarlo se podía encontrar a donde quiera que la melodía que tocaba la trasladaba: a un lugar mágico que nadie conocía, sólo ella, en el cual podía ser quien como era sin miedo a ser criticada y en donde la luna llena siempre brillaba en el cielo nocturno, porque su música era suya y nadie más podía arrebatársela, sus manos tocaban y tocaban y Emily dejaba caer lágrimas llenas de dolor. Antes de empezar a sentir que solamente hacía ruido, paró de tocar, cerró el empolvado piano, recogió su pequeño ramo de flores y salió del bar, aunque las calles estaban bañadas en color y fiesta, Emily sentía como si dentro de ella lloviera y las nubes lo tornaran todo en distintos matices de gris.
...si tan solo no estuviese muerta.
Mariana Betancourt Castro.
...si tan solo no estuviese muerta.
Mariana Betancourt Castro.