Si, he estado desaparecida esta última semana, razones, bastantes, pero entre ellas la más importante es que cumplí 22 años y tuve casi toda la semana pasada libre de la tortura de ir a la universidad, por lo cual me quedé en Santa Fe y fue un tiempo muy parecido al de mis recientes vacaciones: trabajando, haciéndo ejercicio, cocinando y jugando, en fin, fue un buen regalo tener esa semana libre.
¿Recuerdan al gato? no se si hablé de él por aquí, y ya no importa demasiado, pero ahí va un resumen.
Unas personas lanzaron un gato frente a mi edificio desde una camioneta y se dieron a la fuga, el pobre animalito se refugió entre el edificio dónde vivo y el de al lado, era muy dócil, por lo que muchos vecinos le bajaban comida y lo acariciaban de vez en cuando, yo le tomé un cariño especial y me tomé el tiempo para que confiara en mi, lo cuidaba y alimentaba, nos hacíamos compañía, y juro que no fue mi intención que pasara lo que sucedió el viernes.
Por dónde vivo hay demasiados gatos callejeros, se nota que este pobre tuvo varias peleas con muchos, puesto que el jueves lo encontré muy lastimado, con heridas abiertas y hasta infectadas.
Decidí que era una buena idea llevarlo al veterinario, pero como fui un poco tarde, no había doctores y me mandaron a Razas, en las Mercedes, para que lo atendieran.
El estuvo muy tranquilo en mis brazos todo el tiempo, pero al salir del carro en las Mercedes, se empezó a retorcer y se escapó.
Lloré, me sentía muy culpable, y todavía me siento muy triste por lo que pasó. Me ocupé más de la cuenta y esa fue la consecuencia, espero que esté bien, que alguien bueno se haya fijado en que no es un gato callejero y que por fin tenga una casita en la que nadie le haga daño.
Mis ánimos han cambiado bastante en estos días, si me siento a pensar demasiado me pongo triste o apática, prefiero dejar que las cosas fluyan y vivir en el momento, a ver si así mis demonios se pierden un rato.
No se todavía si hago bien o mal.
Mariana Betancourt Castro.
¿Recuerdan al gato? no se si hablé de él por aquí, y ya no importa demasiado, pero ahí va un resumen.
Unas personas lanzaron un gato frente a mi edificio desde una camioneta y se dieron a la fuga, el pobre animalito se refugió entre el edificio dónde vivo y el de al lado, era muy dócil, por lo que muchos vecinos le bajaban comida y lo acariciaban de vez en cuando, yo le tomé un cariño especial y me tomé el tiempo para que confiara en mi, lo cuidaba y alimentaba, nos hacíamos compañía, y juro que no fue mi intención que pasara lo que sucedió el viernes.
Por dónde vivo hay demasiados gatos callejeros, se nota que este pobre tuvo varias peleas con muchos, puesto que el jueves lo encontré muy lastimado, con heridas abiertas y hasta infectadas.
Decidí que era una buena idea llevarlo al veterinario, pero como fui un poco tarde, no había doctores y me mandaron a Razas, en las Mercedes, para que lo atendieran.
El estuvo muy tranquilo en mis brazos todo el tiempo, pero al salir del carro en las Mercedes, se empezó a retorcer y se escapó.
Lloré, me sentía muy culpable, y todavía me siento muy triste por lo que pasó. Me ocupé más de la cuenta y esa fue la consecuencia, espero que esté bien, que alguien bueno se haya fijado en que no es un gato callejero y que por fin tenga una casita en la que nadie le haga daño.
Mis ánimos han cambiado bastante en estos días, si me siento a pensar demasiado me pongo triste o apática, prefiero dejar que las cosas fluyan y vivir en el momento, a ver si así mis demonios se pierden un rato.
No se todavía si hago bien o mal.
Mariana Betancourt Castro.