Me encanta cocinar, supongo que es algo que heredé de mi papá, aunque no tengo tanto talento cómo él, pero tal como le sucede a papá, me relaja mucho.
Supongo que hoy me dio por tener una ansiedad extraña, estaba muy inquieta, así que después de seguir la rutina que he tenido durante estas semanas de vacaciones (levantarme, hacer ejercicio, desayunar, limpiar) saqué a pasear a mi perrita y luego de eso, fui al super mercado a comprar piña y jugo de naranja para hacer mermelada.
Supongo que hoy me dio por tener una ansiedad extraña, estaba muy inquieta, así que después de seguir la rutina que he tenido durante estas semanas de vacaciones (levantarme, hacer ejercicio, desayunar, limpiar) saqué a pasear a mi perrita y luego de eso, fui al super mercado a comprar piña y jugo de naranja para hacer mermelada.
Cual fue mi sorpresa que al entrar me encontré con una mega cola porque había llegado desodorante, al principio dudé si quedarme o no, pero entonces noté que había fresas (hace meses que no conseguía) y bueno, cambié rápidamente de opinión, agarré mis tres cositas y me puse a hacer la cola porque ¿qué más iba a hacer?
Por suerte las señoras que tenía adelante se percataron que traía pocas cosas conmigo y me dejaron ponerme al frente. También les hice el favor de pasarles por mi cuenta cuatro jabones para el cuerpo y que luego ellas me lo pagaran, la escasez puede sacar tanto el lado más salvaje e irracional de la gente como también los sentimientos más solidarios posibles, total, estamos todos en el mismo hueco.
Al llegar, me puse a cortar las frutas y a ponerlas en ollas, las cubrí con jugo de naranja, les puse un poquito de stevia a cada una y las dejé a fuego lento. Adoro cuando el olor a frutas cocinándose invade toda la casa, en ese momento aproveché para estudiar un poquito de historia.
Mi papá y mi hermana me sorprendieron llegando más temprano de lo normal, argumentaron que en la calle las cosas estaban muy tensas y calladas, mi papá siente que hay muchos problemas y que pronto se va a prender un lío, pero particularmente prefiero no creer en nada. Así que almorcé en compañía de mi hermana y luego de que ella hiciera ejercicio y se bañara, nos pusimos a hacer unas ricas galletas de chocolate.
Tal como mencioné antes, cocinar hace que mi mente se distraiga y ponga mi corazón en algo que terminará haciendo feliz a quien lo coma. Particularmente tenía un poquito de miedo en cuanto a las galletas, porque nunca me quedan muy buenas que digamos, pero esta vez me quedaron geniales, de hecho, quitando una de la bandeja, se me desmoronó, pero me la comí con un poquito de mermelada de fresas hecha por mi y en verdad, no es por nada, pero me quedaron estupendas.
Puede que no tenga las habilidades culinarias tan bien puestas como mi papá, pero puedo trabajar para mejorar, considero que además de los conocimientos de la carrera y cursos, todos debemos tener una habilidad que nos "saque las patas del barro" en algún momento de desesperación. La mía puede ser cocinar :)
Mariana Betancourt Castro.
Por suerte las señoras que tenía adelante se percataron que traía pocas cosas conmigo y me dejaron ponerme al frente. También les hice el favor de pasarles por mi cuenta cuatro jabones para el cuerpo y que luego ellas me lo pagaran, la escasez puede sacar tanto el lado más salvaje e irracional de la gente como también los sentimientos más solidarios posibles, total, estamos todos en el mismo hueco.
Al llegar, me puse a cortar las frutas y a ponerlas en ollas, las cubrí con jugo de naranja, les puse un poquito de stevia a cada una y las dejé a fuego lento. Adoro cuando el olor a frutas cocinándose invade toda la casa, en ese momento aproveché para estudiar un poquito de historia.
Mi papá y mi hermana me sorprendieron llegando más temprano de lo normal, argumentaron que en la calle las cosas estaban muy tensas y calladas, mi papá siente que hay muchos problemas y que pronto se va a prender un lío, pero particularmente prefiero no creer en nada. Así que almorcé en compañía de mi hermana y luego de que ella hiciera ejercicio y se bañara, nos pusimos a hacer unas ricas galletas de chocolate.
Tal como mencioné antes, cocinar hace que mi mente se distraiga y ponga mi corazón en algo que terminará haciendo feliz a quien lo coma. Particularmente tenía un poquito de miedo en cuanto a las galletas, porque nunca me quedan muy buenas que digamos, pero esta vez me quedaron geniales, de hecho, quitando una de la bandeja, se me desmoronó, pero me la comí con un poquito de mermelada de fresas hecha por mi y en verdad, no es por nada, pero me quedaron estupendas.
Puede que no tenga las habilidades culinarias tan bien puestas como mi papá, pero puedo trabajar para mejorar, considero que además de los conocimientos de la carrera y cursos, todos debemos tener una habilidad que nos "saque las patas del barro" en algún momento de desesperación. La mía puede ser cocinar :)
Mariana Betancourt Castro.