Dicen que las drogas más adictivas son las que produce tu propio cuerpo, y hace poco me enteré de lo dolorosamente cierta que es esta afirmación.
Desde pequeña siempre he tenido esta enferma obsesión con que alguien me quiera de manera romántica, y supongo que es por eso que he cometido los errores que hasta el sol de hoy me siguen doliendo, puesto que le presto atención al primer estúpido que me presta atención a mi, buscando satisfacer los impulsos primitivos de mi subconsciente, administrándole la droga al adicto.
Me he ayudado de diferentes maneras, que han sido soluciones muy efectivas, pero al mismo tiempo inútiles al no conocer la raíz de mi problema, y ahora que lo se, porque en verdad está científicamente comprobado, me duele el doble y estoy sumamente molesta conmigo.
¿Por qué? Pues porque si, porque es inevitable que me sienta enojada al conocer la raíz de mi problema, que comparado con el del resto de las personas que me rodean es muy pequeño, pero supongo que el primer paso para empezar a ayudarme es dejar de compararme con los demás.
Tengo días buenos y malos, por lo general en ese orden y nunca dos seguidos, y supongo que para mi era mucho más fácil encontrar la estabilidad que necesitaba para que todos mis días fuesen buenos a través del cariño (ya fuese verdadero o falso) de una persona a la que yo le gusté, y bueno, eso está mal.
¿Qué digo mal? ¡Es terrible! Es como para salir de mi cuerpo y darme un par de cachetadas.
Pero no puedo, porque por lo que veo no soy muy diferente a los drogadictos en proceso de rehabilitación, lo que significa que debo tenerme paciencia y quitarme del sistema hasta nuevo aviso esa droga que me hace y me ha hecho daño durante tantos años, lo cual será fácil si sólo tomamos en cuenta los aspectos externos, puesto que nunca he sido esa clase de chica que llame demasiado la atención, y no, no lo digo para hacer que la gente sienta lástima, sino porque es la verdad.
Pero por aspectos internos será una tortura, porque he vivido años con esto, y empezar a quitármelo va a ser difícil, sobre todo porque vivo con la sensación permanente de que cuando por fin las cosas van bien para mi, un meteorito llega para destruirlo todo.
Pero me encuentro en una buena posición, puesto que no estoy sola, cuento con el apoyo y presencia de mis amigos y familia, que puede que no sepan exactamente lo que me sucede, puesto que no me gusta hablar de mis problemas en voz alta, no me gusta molestar a la gente, pero con su sola presencia me dan fuerza para estar bien.
Ahora que ya se lo que me pasa, debo solucionarlo, para no estar más herida, ni herir de la forma en la que me hirieron, para estar bien.
Y se que no debo ser la única persona en el mundo que se siente así . Que este sea un mensaje para ti también: vamos a trabajar para estar bien.
Mariana Betancourt Castro.
Desde pequeña siempre he tenido esta enferma obsesión con que alguien me quiera de manera romántica, y supongo que es por eso que he cometido los errores que hasta el sol de hoy me siguen doliendo, puesto que le presto atención al primer estúpido que me presta atención a mi, buscando satisfacer los impulsos primitivos de mi subconsciente, administrándole la droga al adicto.
Me he ayudado de diferentes maneras, que han sido soluciones muy efectivas, pero al mismo tiempo inútiles al no conocer la raíz de mi problema, y ahora que lo se, porque en verdad está científicamente comprobado, me duele el doble y estoy sumamente molesta conmigo.
¿Por qué? Pues porque si, porque es inevitable que me sienta enojada al conocer la raíz de mi problema, que comparado con el del resto de las personas que me rodean es muy pequeño, pero supongo que el primer paso para empezar a ayudarme es dejar de compararme con los demás.
Tengo días buenos y malos, por lo general en ese orden y nunca dos seguidos, y supongo que para mi era mucho más fácil encontrar la estabilidad que necesitaba para que todos mis días fuesen buenos a través del cariño (ya fuese verdadero o falso) de una persona a la que yo le gusté, y bueno, eso está mal.
¿Qué digo mal? ¡Es terrible! Es como para salir de mi cuerpo y darme un par de cachetadas.
Pero no puedo, porque por lo que veo no soy muy diferente a los drogadictos en proceso de rehabilitación, lo que significa que debo tenerme paciencia y quitarme del sistema hasta nuevo aviso esa droga que me hace y me ha hecho daño durante tantos años, lo cual será fácil si sólo tomamos en cuenta los aspectos externos, puesto que nunca he sido esa clase de chica que llame demasiado la atención, y no, no lo digo para hacer que la gente sienta lástima, sino porque es la verdad.
Pero por aspectos internos será una tortura, porque he vivido años con esto, y empezar a quitármelo va a ser difícil, sobre todo porque vivo con la sensación permanente de que cuando por fin las cosas van bien para mi, un meteorito llega para destruirlo todo.
Pero me encuentro en una buena posición, puesto que no estoy sola, cuento con el apoyo y presencia de mis amigos y familia, que puede que no sepan exactamente lo que me sucede, puesto que no me gusta hablar de mis problemas en voz alta, no me gusta molestar a la gente, pero con su sola presencia me dan fuerza para estar bien.
Ahora que ya se lo que me pasa, debo solucionarlo, para no estar más herida, ni herir de la forma en la que me hirieron, para estar bien.
Y se que no debo ser la única persona en el mundo que se siente así . Que este sea un mensaje para ti también: vamos a trabajar para estar bien.
Mariana Betancourt Castro.