Estaba muy emocionada por ver esta película cuanto tenía 14 años que creo que incluso conservo las reseñas que recibió en los periódicos y los anuncios en grande de la sección de cine, pero una de las cosas que más me causaba curiosidad aparte de la sinopsis que había leído en varias ocasiones era el hecho de ver a Johnny Depp , Helena Bonham Carter y Alan Rickman cantando.
Creo que por el simple hecho de ser un film basado en el musical de Stephen Sondheim y Hugh Wheeler, hace que todo sea más escalofriante. Benjamin era un humilde barbero cuyo único pecado fue tener una hermosa esposa que despertó interés en el juez más influyente del pueblo, quien hizo que lo apresaran por quince años, al regresar finalmente a Inglaterra, descubre que no sólo se desconoce el paradero de su esposa e hija, sino que en la parte de abajo de su barbería hay ahora un negocio de pasteles de carne administrado por la señorita Lovett, quien le cuenta la terrible verdad sobre los grandes amores del barbero y el clama venganza.
Así que cambia su nombre y oculta lo más posible su identidad y poco a poco va ganando popularidad entre la gente por ser el mejor barbero que ha tenido el condado desde hace mucho tiempo, pero el resentimiento que lleva Sweeney por dentro lo hace descargarse con algunos clientes que colaboraron con el juez en su condena, asesinándolos cortándoles la garganta y poniéndolos en un depósito para que así la señorita Lovett haga pasteles de carne.
Una historia sombría y bañada en sangre, con un final que aclara la vista de muchos acontecimientos ocurridos a lo largo de la película, un film merecedor de un aplauso y de verlo cada vez que surge la oportunidad.
La recomiendo abiertamente para quienes en verdad disfruten de los musicales, porque entiendo que eso en ocasiones puede hacer perder la paciencia de cualquiera, yo particularmente la amo y para estas fechas es ideal, sobre todo en una tarde lluviosa y fría acompañada de...¿por qué no? un rico pastel de carne.
Mariana Betancourt Castro.
Así que cambia su nombre y oculta lo más posible su identidad y poco a poco va ganando popularidad entre la gente por ser el mejor barbero que ha tenido el condado desde hace mucho tiempo, pero el resentimiento que lleva Sweeney por dentro lo hace descargarse con algunos clientes que colaboraron con el juez en su condena, asesinándolos cortándoles la garganta y poniéndolos en un depósito para que así la señorita Lovett haga pasteles de carne.
Una historia sombría y bañada en sangre, con un final que aclara la vista de muchos acontecimientos ocurridos a lo largo de la película, un film merecedor de un aplauso y de verlo cada vez que surge la oportunidad.
La recomiendo abiertamente para quienes en verdad disfruten de los musicales, porque entiendo que eso en ocasiones puede hacer perder la paciencia de cualquiera, yo particularmente la amo y para estas fechas es ideal, sobre todo en una tarde lluviosa y fría acompañada de...¿por qué no? un rico pastel de carne.
Mariana Betancourt Castro.