Quiero que te pongas de pie y te mires al espejo, quiero que te enfrentes a ti mismo y mires cada parte de ti que se refleja ahí.
Quiero que veas tus ojos, tu nariz, tu cabello, tu sonrisa, tus brazos ,piernas, torso, pies, rodillas, todo. Ahora quiero que respondas ¿Te gusta lo que ves?
Quiero que veas tus ojos, tu nariz, tu cabello, tu sonrisa, tus brazos ,piernas, torso, pies, rodillas, todo. Ahora quiero que respondas ¿Te gusta lo que ves?
Es una pregunta capciosa, con truco, pero debes responderla sabiendo todo esto.
No es sólo lo que eres capas de apreciar en el espejo, es todo lo demás que llevas contigo : tus inseguridades, tus miedos, tus anhelos, tus sueños, tus demonios, lo mejor y lo peor, y aunque no lo creas, eso se refleja, y eso lo tenemos todos.
Debo admitir que tengo un demonio de inseguridad muy grande, lo mantengo custodiado en una prisión con rejas fabricadas con mi esfuerzo por tenerme más cariño a mi misma, guardias hechos con el poder de mi perseverancia y voluntad, y un candado hecho de seguridad, pero precisamente, cómo toda la comitiva está hecha de un material que el demonio en ocasiones sabe burlar, en ocasiones escapa y hace desastres con todo lo que he construido con tanto sudor y lágrimas. Pero aunque duela, es normal que eso pase, y la única solución es aumentar la capacidad del personal a través del reforzamiento de mi seguridad y el amor por mi misma, y no hay otra salida a eso además del trabajo duro, la constancia y la voluntad.
Al verte al espejo puedes estar viendo dos cosas:
Puedes estar viendo al demonio frente a frente, y él hará hasta lo imposible para deformar tu imagen hasta que te odies, te sientas terrible y nunca más te puedas enfrentar a tu reflejo.
O, puedes estarte enfrentando al demonio, sacando a relucir todo lo que amas de ti y teniendo el valor de sonreír porque te gusta lo que ves, te gusta lo que eres y aunque sabes que tienes que corregir cosas, mejorar aspectos y seguir creciendo, eres tu quien dicta las reglas con respecto a cómo te sientes, y no ese horrible demonio, que asustado, se encierra a si mismo en su jaula.
En ambos casos, cómo podrás haber visto, el demonio está presente, pero eres tu quien decide tomar el camino más fácil o el correcto.
Es difícil seguir caminando con la frente en alto cuando tienes un demonio atado a tu espalda, que no te deja en paz, y como no es posible deshacerte de él, porque te guste o no, forma parte de ti, hay que aprender a controlarlo y a hacerlo más pequeño, menos temible e intimidante, puede que parezca que no tenemos suficiente poder, pero es cuestión de tiempo para hacerlo retroceder, puede que de vez en cuando se queje y nos asuste, pero siempre está en nosotros el poder para callarlo y volverlo a encerrar, hasta que se vuelva tan pequeño que simplemente se duerma por un tiempo y no moleste más.
Quiero que te mires al espejo y me respondas ¿Te gusta lo que ves?
Si es así, buen trabajo.
Si no es así, es momento de empezar a hacer un buen trabajo.
Mariana Betancourt Castro.
No es sólo lo que eres capas de apreciar en el espejo, es todo lo demás que llevas contigo : tus inseguridades, tus miedos, tus anhelos, tus sueños, tus demonios, lo mejor y lo peor, y aunque no lo creas, eso se refleja, y eso lo tenemos todos.
Debo admitir que tengo un demonio de inseguridad muy grande, lo mantengo custodiado en una prisión con rejas fabricadas con mi esfuerzo por tenerme más cariño a mi misma, guardias hechos con el poder de mi perseverancia y voluntad, y un candado hecho de seguridad, pero precisamente, cómo toda la comitiva está hecha de un material que el demonio en ocasiones sabe burlar, en ocasiones escapa y hace desastres con todo lo que he construido con tanto sudor y lágrimas. Pero aunque duela, es normal que eso pase, y la única solución es aumentar la capacidad del personal a través del reforzamiento de mi seguridad y el amor por mi misma, y no hay otra salida a eso además del trabajo duro, la constancia y la voluntad.
Al verte al espejo puedes estar viendo dos cosas:
Puedes estar viendo al demonio frente a frente, y él hará hasta lo imposible para deformar tu imagen hasta que te odies, te sientas terrible y nunca más te puedas enfrentar a tu reflejo.
O, puedes estarte enfrentando al demonio, sacando a relucir todo lo que amas de ti y teniendo el valor de sonreír porque te gusta lo que ves, te gusta lo que eres y aunque sabes que tienes que corregir cosas, mejorar aspectos y seguir creciendo, eres tu quien dicta las reglas con respecto a cómo te sientes, y no ese horrible demonio, que asustado, se encierra a si mismo en su jaula.
En ambos casos, cómo podrás haber visto, el demonio está presente, pero eres tu quien decide tomar el camino más fácil o el correcto.
Es difícil seguir caminando con la frente en alto cuando tienes un demonio atado a tu espalda, que no te deja en paz, y como no es posible deshacerte de él, porque te guste o no, forma parte de ti, hay que aprender a controlarlo y a hacerlo más pequeño, menos temible e intimidante, puede que parezca que no tenemos suficiente poder, pero es cuestión de tiempo para hacerlo retroceder, puede que de vez en cuando se queje y nos asuste, pero siempre está en nosotros el poder para callarlo y volverlo a encerrar, hasta que se vuelva tan pequeño que simplemente se duerma por un tiempo y no moleste más.
Quiero que te mires al espejo y me respondas ¿Te gusta lo que ves?
Si es así, buen trabajo.
Si no es así, es momento de empezar a hacer un buen trabajo.
Mariana Betancourt Castro.