Si, hay que admitirlo, hay días en los que nuestros problemas nos alcanzan, pero no simplemente para hacer acto de presencia, sino para cubrirnos como una gran ola.
Nos arrastra, nos hace sentir ahogados, nos golpea contra la arena o contra las piedras, cuando intentamos salir, la misma ola nos vuelve a atrapar para hundirnos una vez más.
Nuestros pulmones arden, sentimos como el agua entra por nuestra nariz, por más que manoteamos y pateamos, no conseguimos llegar a la superficie.
Sentimos que no hay manera de salir de esa masa de agua que nos atrapa, que nos cubre, que nos tiene como prisioneros al punto de querer asesinarnos.
Pero no podemos rendirnos así como así, no podemos morir ahogados sin antes luchar, es por eso que seguimos pateando y manoteando, pero lo realmente importante es escuchar y sentir la dirección de las burbujas, seguir nuestro instinto y entender que si, si hay una salida de esa masa de agua, de esa masa de problemas.
Así que es evidente que cuando salimos a la superficie a tomar aire, no es el fin, hay que nadar a la orilla, hay que salir del agua, aunque nos cansemos, aunque sintamos que ya no podamos, debemos hacer lo posible para encontrar la verdadera salida.
Y una vez que nos encontremos ahí, fuera, gracias a nuestro esfuerzo y nuestro valor por habernos enfrentado a eso, que era mucho más grande y fuerte de lo que pensábamos, premiarnos.
Porque lo logramos, encontramos la forma, pudimos tomar aire nuevamente y volver a ver el sol.
Porque si hay salida.
Mariana Betancourt Castro
Nos arrastra, nos hace sentir ahogados, nos golpea contra la arena o contra las piedras, cuando intentamos salir, la misma ola nos vuelve a atrapar para hundirnos una vez más.
Nuestros pulmones arden, sentimos como el agua entra por nuestra nariz, por más que manoteamos y pateamos, no conseguimos llegar a la superficie.
Sentimos que no hay manera de salir de esa masa de agua que nos atrapa, que nos cubre, que nos tiene como prisioneros al punto de querer asesinarnos.
Pero no podemos rendirnos así como así, no podemos morir ahogados sin antes luchar, es por eso que seguimos pateando y manoteando, pero lo realmente importante es escuchar y sentir la dirección de las burbujas, seguir nuestro instinto y entender que si, si hay una salida de esa masa de agua, de esa masa de problemas.
Así que es evidente que cuando salimos a la superficie a tomar aire, no es el fin, hay que nadar a la orilla, hay que salir del agua, aunque nos cansemos, aunque sintamos que ya no podamos, debemos hacer lo posible para encontrar la verdadera salida.
Y una vez que nos encontremos ahí, fuera, gracias a nuestro esfuerzo y nuestro valor por habernos enfrentado a eso, que era mucho más grande y fuerte de lo que pensábamos, premiarnos.
Porque lo logramos, encontramos la forma, pudimos tomar aire nuevamente y volver a ver el sol.
Porque si hay salida.
Mariana Betancourt Castro