Decidí hacer las pasantias académicas en vacaciones, mi papá me consiguió un número de un amigo suyo, que es dueño de una agencia de talentos, tenía mucho miedo porque iba a ser mi primer trabajo, así que decidí ir. Cuando es de adaptarme a cosas nuevas, soy una persona muy tímida, odio los primeros días de cualquie cosa nueva porque en verdad me siento muy incómoda, no hablo demasiado a menos que sea necesario, pero poco a poco empecé a conocer a todos los que trabajaban ahí
Empecé en la recepción, primer choque, pero la verdad no me molestó, ya que todos los nuevos, vayan a desempeñarse en lo que vayan a desempeñarse, trabajan por un tiempo en la recepción, atendiendo llamadas, atendiendo a los modelos, organizando la sala de espera, pero eso es cuando había días ocupados, de resto, cuando había tardes en las que no había en verdad nada en lo que ayudar, me sentaba sola en la recepción, sin atreverme a ir adentro para conversar, hasta que poco a poco me fui soltando y ellos empezaron a hablar conmigo, incluso llegamos a bromear y a hacernos amigos, son las personas más maravillosas que pude conocer en mis vacaciones, octubre y parte de noviembre.
Suena perfecto ¿verdad? pues nada es así del todo, siempre hay una mancha negra o algo que opaca la situación, y en cuanto a trabajo se refiere, en la mayoría de los casos es a: los jefes.
Siempre traté de llevarlos con la mano izquierda, tal como mi papá me aconsejó que hiciera, desde el momento en el que me plantaron en la recepción supe que todo lo que me correspondería aprender no dependería de ellos ni de sus instrucciones, sino de mis ganas de ser útil y de las cosas que me pudiesen enseñar mis compañeros.
Fue así como me volví más insistente y me la pasaba más adentro descuidando un poco la puerta, pidiendo números o haciendo listas para los llamados de casting, recuerdo una oportunidad que me senté con dos compañeros en una computadora (que es la que tiene toda la información) a buscar a las personas y ahí fue cuando el jefe lanzó su primera piedra ante mis ojos "El trabajo se haría mucho más rápido si cada uno estuviese en su puesto", yo lo miré con mi cara de "en la recepción no hay computadora" y corrigió "tu estás aprendiendo" No lo consideré como un evento de gran importancia, así que no le presté atención y volví a la recepción.
Al ayudar mucho a mis compañeros en labores pequeñas a simple vista pero cuando se acumulan resultan ser catastróficas, llegaron al acuerdo en el que me pagarían la pasantía, por lo cual me emocioné muchísimo, pero ahí fue cuando el jefe lanzó su segunda piedra sin que yo me percatara al principio, pero que luego esta frasecita me acompañaría hasta el último momento de mi presencia en aquel lugar: "Las pasantías no se pagan, pero yo te las estoy pagando"
Paréntesis, si hay pasantías pagas, son pocas, pero las hay, y esas palabras de apariencia inocente, cada vez que las decía pareciera que las afilara con malicia para que me cortaran o me molestaran, como las heridas de papel.
Volviendo al tema, hubo una oportunidad en la que había un casting luego de uno en el que ya había ayudado mucho en el estudio audiovisual capturando los videos, quise quedarme dentro porque me había emocionado muchísimo, pero me mandó nuevamente a la puerta, cuándo le quise reclamar el hecho de que "hey, estoy estudiando para ser licenciada en comunicación, no recepcionista" pero por supuesto, de una manera mucho más educada, fue cuando el jefe lanzó su tercera...¿piedra? más bien peñón, me gritó que en vez de traerle a acotación problemas estúpidos, mejor le llevase soluciones, con el alma en mis pies, me fui a la recepción, pero no sin antes perder un poco el respeto ante este señor, sobre todo cuando días después armó un show porque no lavábamos bien los platos y por las constantes reuniones en el puesto de la computadora central.
¿Les he hablado de su esposa? por supuesto que no, la agencia está a cargo de esa pareja, el señor es quien cae a gritos constantemente, pero su mujer es muy observadora y hace alegoría fielmente a la reconocida frase "te espero en la bajadita" con la excepción de que ella crea esa bajadita para que resbales y te encuentres dónde te quiere, ella es la razón por la que mis dos de mis personas favoritas del trabajo renunciaran, pero ya llegaremos a eso.
El tiempo pasó, ellos se fueron de viaje durante un mes y medio, y fue sin duda el mejor mes y medio que pude haber tenido en esa oficina, me hice más cercana a mis compañeros, me dejaban editar y capturar todo el material, me enseñaron con paciencia y firmeza y aprendí con toda mi disposición, pero en la agencia estaba germinando una nueva semilla de cobardía e hipocresía, de la cual muchos desconfiaron desde un principio, pero yo como soy boba, decidí darle una oportunidad. Durante el período de tiempo en el que no estuvieron los jefes nos tuvieron vigilados con cámaras,que además de grabar todos nuestros movimientos, tenían micrófonos, por lo cual había que cuidar mucho lo que se decía y hacía.
El trabajo fluyó con normalidad e incluso mucha más efectividad que en el último mes, yo me divertía e incluso sentía entusiasmo de volver al trabajo cada día, sobre todo porque los mismos jefes me habían dicho que me querían dejar fija a medio tiempo, que es el horario que tengo disponible por la universidad, era increíble aprender, trabajar junto al equipo y saber que siempre íbamos a encontrar ayuda en el otro , salvo quizás en aquella persona que no hacía más que descomponerse internamente por la envidia y sus propios complejos.
Pero como todas las cosas extremadamente buenas, debe haber un punto en el que la realidad te haga entrar en razón, y eso empezó a pasar el 7 de octubre, cuando, a distancia, mandaron a irse a una compañera que había presentado la renuncia pero que aún no había terminado su pre aviso, un gran gesto de cobardía y mala educación que nos demostró que siempre fuimos vigilados y quien sabe lo que escucharían de su parte por las cámaras. El 13 de octubre, un día después de que cumplí 21 años, fue cuando la pesada mano de la realidad me dio una cachetada tal, que ahorita es que me estoy recuperando, porque no fue sólo una, porque me dijeron básicamente que todo lo que me habían ofrecido no podía ser posible y que ya no me necesitaban, que mi pasantía había finalizado y que me iba el 15. Aún no había terminado de pasar por ese shock cuando un compañero al cual adoro, presentó su renuncia, cosa que ya sabíamos que pasaría, sin embargo esto representó una baja de animo para los jefes, que me ofrecieron más dinero para quedarme como editora y no como recepcionista, debí irme ese día, porque ahí fue cuando empezó cristo a padecer.
Durante lo que quedaba de mes de octubre, le hicieron la vida imposible a mi compañero ¿por qué? pues por el simple hecho de que les dio rabia que él dejara por decisión propia SU fabulosa empresa, así que mientras le hacían la vida de cuadros, la jefa decidió adoctrinar a esa semilla maligna, para convertirla en su mala hierba personal, su soplón, su asistente, en otras palabras: su perra.
Después de la partida de mi compañero el tiempo transcurría más lento, porque para colmo esa mala hierba era ahora nada más y nada menos que el director de casting, por lo que tenía que calarme todo el día su risita irritante, su extensa y tediosa plática, su terquedad al no querer aceptar consejos para hacer su trabajo mejor y su actitud de chupa medias ante los jefes. Ya había aprendido a sobrellevar estas cosas cuando ocurrió un mal entendido, una tontería que se pudo resolver hablando como adultos que somos, sin embargo él decidió jugarse una carta sucia, baja, carente de buenas intensiones: le fue con el chisme a la jefa, quien le envenenó la mente al jefe y ¿quién terminó con las tablas en la cabeza? Yo.
Me gritaron, me gritaron mucho, eso fue el día lunes 10, me regañaron, cuando intentaba defenderme, no me dejaron hablar, cuando por fin pude hablar torcieron mis palabras en mi contra, me dijeron que era inferior a esa mala hierba por ser menor que él, me gritaron que era una falta de respeto lo que había hecho, me recalcaron el hecho de que era pasante y no empleada, de que básicamente me daban el salario por lástima y me dieron hasta el día siguiente para pensarlo. Terminé el trabajo pendiente con la mandíbula tan apretada que aún me duelen los dientes, con sólo un objetivo en mente, decirle al jefe al día siguiente que ya no quería estar ahí, que no me interesaba estar en un lugar donde tratan así a sus empleados, dónde yo me tenía que calar gritos por culpa de alguien completamente patético, acomplejado, estúpido, cobarde y miserable. Al día siguiente fui con mis mejores intenciones de hablar con él jefe de manera educada y dejarle en claro al otro idiota que lo que hizo fue inmensamente infantil, sin embargo cuando me presenté a entregar mi tarjeta, el jefe me miró con sus horribles ojos azules pelados como si fueran platos y me dijo "ok"... ¿OK? ¿Ok luego de que di mi mayor esfuerzo por hacer un buen trabajo? ¿Ok cuándo hice bien las cosas y me esmeré en dejar una buena impresión? ¿ok cuando puse cosas aparte sólo por estar ahí dando lo mejor de mi en un área de mi carrera que NO es de mi mayor agrado? Me despedí con un beso y un abrazo de los que estaban ahí que me caían bien, y al ir al estudio a buscar unos chocolates que me dejaron y a hablar con el idiota ese, el jefe me siguió, así es , ME SIGUIÓ como si yo fuese una especie de bestia salvaje. Fue en ese entonces y sólo en ese entonces cuando algo en mi se calmó de manera repentina, y vi al jefe como a un gran animal, así es, un gran animal mentiroso e hipócrita que no sabe expresarse de otra forma que no sea gritando y sacando a relucir que esa era SU empresa y que deberíamos lamer el piso cada vez que llegásemos ahí, a la jefa como a una gran manipuladora, hipócrita y malvada persona y a aquel pobre idiota como a un patético ser vivo, como a una cucarachita asustada, que sólo sabe esconderse detrás de los grandes para que lo defiendan, tomando en cuenta que ya tiene 28 años.
Al salir de ahí sentí tanto alivio como tristeza, porque ya no iba a ganar más dinero, pero con todas las palabras de aliento que me dieron recordé algo que todos deben tener en cuenta al momento de trabajar o de sufrir maltratos: TU NO VALES UN SUELDO. Puede que el dinero te haga falta, pero no vale la pena si lo ganas haciendo algo que no te gusta o en un lugar que odias, cuando una puerta se cierra, otras se abren, sólo debes buscar cual es la adecuada para ti y seguir adelante, sabiendo que tu eres mejor persona que ese montón de gente que te hizo daño o que alguna vez te hicieron pensar que no eras importante, el karma existe, y todo lo que haces se devuelve.
Se que es difícil aprender de cabeza ajena, pero toma esta historia como ejemplo de lo que no debes hacer cuando alguien te maltrata.
Esto no me va a pasar otra vez.
GRACIAS POR TODO AGENCIA N, aprendí mucho ahí, conocí gente maravillosa, gente mala gente infame, y es tiempo de seguir. Suerte con SU empresa, algo me dice que la van a necesitar.
Mariana Betancourt Castro
Suena perfecto ¿verdad? pues nada es así del todo, siempre hay una mancha negra o algo que opaca la situación, y en cuanto a trabajo se refiere, en la mayoría de los casos es a: los jefes.
Siempre traté de llevarlos con la mano izquierda, tal como mi papá me aconsejó que hiciera, desde el momento en el que me plantaron en la recepción supe que todo lo que me correspondería aprender no dependería de ellos ni de sus instrucciones, sino de mis ganas de ser útil y de las cosas que me pudiesen enseñar mis compañeros.
Fue así como me volví más insistente y me la pasaba más adentro descuidando un poco la puerta, pidiendo números o haciendo listas para los llamados de casting, recuerdo una oportunidad que me senté con dos compañeros en una computadora (que es la que tiene toda la información) a buscar a las personas y ahí fue cuando el jefe lanzó su primera piedra ante mis ojos "El trabajo se haría mucho más rápido si cada uno estuviese en su puesto", yo lo miré con mi cara de "en la recepción no hay computadora" y corrigió "tu estás aprendiendo" No lo consideré como un evento de gran importancia, así que no le presté atención y volví a la recepción.
Al ayudar mucho a mis compañeros en labores pequeñas a simple vista pero cuando se acumulan resultan ser catastróficas, llegaron al acuerdo en el que me pagarían la pasantía, por lo cual me emocioné muchísimo, pero ahí fue cuando el jefe lanzó su segunda piedra sin que yo me percatara al principio, pero que luego esta frasecita me acompañaría hasta el último momento de mi presencia en aquel lugar: "Las pasantías no se pagan, pero yo te las estoy pagando"
Paréntesis, si hay pasantías pagas, son pocas, pero las hay, y esas palabras de apariencia inocente, cada vez que las decía pareciera que las afilara con malicia para que me cortaran o me molestaran, como las heridas de papel.
Volviendo al tema, hubo una oportunidad en la que había un casting luego de uno en el que ya había ayudado mucho en el estudio audiovisual capturando los videos, quise quedarme dentro porque me había emocionado muchísimo, pero me mandó nuevamente a la puerta, cuándo le quise reclamar el hecho de que "hey, estoy estudiando para ser licenciada en comunicación, no recepcionista" pero por supuesto, de una manera mucho más educada, fue cuando el jefe lanzó su tercera...¿piedra? más bien peñón, me gritó que en vez de traerle a acotación problemas estúpidos, mejor le llevase soluciones, con el alma en mis pies, me fui a la recepción, pero no sin antes perder un poco el respeto ante este señor, sobre todo cuando días después armó un show porque no lavábamos bien los platos y por las constantes reuniones en el puesto de la computadora central.
¿Les he hablado de su esposa? por supuesto que no, la agencia está a cargo de esa pareja, el señor es quien cae a gritos constantemente, pero su mujer es muy observadora y hace alegoría fielmente a la reconocida frase "te espero en la bajadita" con la excepción de que ella crea esa bajadita para que resbales y te encuentres dónde te quiere, ella es la razón por la que mis dos de mis personas favoritas del trabajo renunciaran, pero ya llegaremos a eso.
El tiempo pasó, ellos se fueron de viaje durante un mes y medio, y fue sin duda el mejor mes y medio que pude haber tenido en esa oficina, me hice más cercana a mis compañeros, me dejaban editar y capturar todo el material, me enseñaron con paciencia y firmeza y aprendí con toda mi disposición, pero en la agencia estaba germinando una nueva semilla de cobardía e hipocresía, de la cual muchos desconfiaron desde un principio, pero yo como soy boba, decidí darle una oportunidad. Durante el período de tiempo en el que no estuvieron los jefes nos tuvieron vigilados con cámaras,que además de grabar todos nuestros movimientos, tenían micrófonos, por lo cual había que cuidar mucho lo que se decía y hacía.
El trabajo fluyó con normalidad e incluso mucha más efectividad que en el último mes, yo me divertía e incluso sentía entusiasmo de volver al trabajo cada día, sobre todo porque los mismos jefes me habían dicho que me querían dejar fija a medio tiempo, que es el horario que tengo disponible por la universidad, era increíble aprender, trabajar junto al equipo y saber que siempre íbamos a encontrar ayuda en el otro , salvo quizás en aquella persona que no hacía más que descomponerse internamente por la envidia y sus propios complejos.
Pero como todas las cosas extremadamente buenas, debe haber un punto en el que la realidad te haga entrar en razón, y eso empezó a pasar el 7 de octubre, cuando, a distancia, mandaron a irse a una compañera que había presentado la renuncia pero que aún no había terminado su pre aviso, un gran gesto de cobardía y mala educación que nos demostró que siempre fuimos vigilados y quien sabe lo que escucharían de su parte por las cámaras. El 13 de octubre, un día después de que cumplí 21 años, fue cuando la pesada mano de la realidad me dio una cachetada tal, que ahorita es que me estoy recuperando, porque no fue sólo una, porque me dijeron básicamente que todo lo que me habían ofrecido no podía ser posible y que ya no me necesitaban, que mi pasantía había finalizado y que me iba el 15. Aún no había terminado de pasar por ese shock cuando un compañero al cual adoro, presentó su renuncia, cosa que ya sabíamos que pasaría, sin embargo esto representó una baja de animo para los jefes, que me ofrecieron más dinero para quedarme como editora y no como recepcionista, debí irme ese día, porque ahí fue cuando empezó cristo a padecer.
Durante lo que quedaba de mes de octubre, le hicieron la vida imposible a mi compañero ¿por qué? pues por el simple hecho de que les dio rabia que él dejara por decisión propia SU fabulosa empresa, así que mientras le hacían la vida de cuadros, la jefa decidió adoctrinar a esa semilla maligna, para convertirla en su mala hierba personal, su soplón, su asistente, en otras palabras: su perra.
Después de la partida de mi compañero el tiempo transcurría más lento, porque para colmo esa mala hierba era ahora nada más y nada menos que el director de casting, por lo que tenía que calarme todo el día su risita irritante, su extensa y tediosa plática, su terquedad al no querer aceptar consejos para hacer su trabajo mejor y su actitud de chupa medias ante los jefes. Ya había aprendido a sobrellevar estas cosas cuando ocurrió un mal entendido, una tontería que se pudo resolver hablando como adultos que somos, sin embargo él decidió jugarse una carta sucia, baja, carente de buenas intensiones: le fue con el chisme a la jefa, quien le envenenó la mente al jefe y ¿quién terminó con las tablas en la cabeza? Yo.
Me gritaron, me gritaron mucho, eso fue el día lunes 10, me regañaron, cuando intentaba defenderme, no me dejaron hablar, cuando por fin pude hablar torcieron mis palabras en mi contra, me dijeron que era inferior a esa mala hierba por ser menor que él, me gritaron que era una falta de respeto lo que había hecho, me recalcaron el hecho de que era pasante y no empleada, de que básicamente me daban el salario por lástima y me dieron hasta el día siguiente para pensarlo. Terminé el trabajo pendiente con la mandíbula tan apretada que aún me duelen los dientes, con sólo un objetivo en mente, decirle al jefe al día siguiente que ya no quería estar ahí, que no me interesaba estar en un lugar donde tratan así a sus empleados, dónde yo me tenía que calar gritos por culpa de alguien completamente patético, acomplejado, estúpido, cobarde y miserable. Al día siguiente fui con mis mejores intenciones de hablar con él jefe de manera educada y dejarle en claro al otro idiota que lo que hizo fue inmensamente infantil, sin embargo cuando me presenté a entregar mi tarjeta, el jefe me miró con sus horribles ojos azules pelados como si fueran platos y me dijo "ok"... ¿OK? ¿Ok luego de que di mi mayor esfuerzo por hacer un buen trabajo? ¿Ok cuándo hice bien las cosas y me esmeré en dejar una buena impresión? ¿ok cuando puse cosas aparte sólo por estar ahí dando lo mejor de mi en un área de mi carrera que NO es de mi mayor agrado? Me despedí con un beso y un abrazo de los que estaban ahí que me caían bien, y al ir al estudio a buscar unos chocolates que me dejaron y a hablar con el idiota ese, el jefe me siguió, así es , ME SIGUIÓ como si yo fuese una especie de bestia salvaje. Fue en ese entonces y sólo en ese entonces cuando algo en mi se calmó de manera repentina, y vi al jefe como a un gran animal, así es, un gran animal mentiroso e hipócrita que no sabe expresarse de otra forma que no sea gritando y sacando a relucir que esa era SU empresa y que deberíamos lamer el piso cada vez que llegásemos ahí, a la jefa como a una gran manipuladora, hipócrita y malvada persona y a aquel pobre idiota como a un patético ser vivo, como a una cucarachita asustada, que sólo sabe esconderse detrás de los grandes para que lo defiendan, tomando en cuenta que ya tiene 28 años.
Al salir de ahí sentí tanto alivio como tristeza, porque ya no iba a ganar más dinero, pero con todas las palabras de aliento que me dieron recordé algo que todos deben tener en cuenta al momento de trabajar o de sufrir maltratos: TU NO VALES UN SUELDO. Puede que el dinero te haga falta, pero no vale la pena si lo ganas haciendo algo que no te gusta o en un lugar que odias, cuando una puerta se cierra, otras se abren, sólo debes buscar cual es la adecuada para ti y seguir adelante, sabiendo que tu eres mejor persona que ese montón de gente que te hizo daño o que alguna vez te hicieron pensar que no eras importante, el karma existe, y todo lo que haces se devuelve.
Se que es difícil aprender de cabeza ajena, pero toma esta historia como ejemplo de lo que no debes hacer cuando alguien te maltrata.
Esto no me va a pasar otra vez.
GRACIAS POR TODO AGENCIA N, aprendí mucho ahí, conocí gente maravillosa, gente mala gente infame, y es tiempo de seguir. Suerte con SU empresa, algo me dice que la van a necesitar.
Mariana Betancourt Castro