Creo haber leído en alguna parte que las mejores ideas para escribir se nos vienen a la cabeza cuando nos bañamos, fregamos platos, trotamos, etc. Es decir, cuando estamos en cualquier lugar que no sea en la computadora, así que no es de extrañar que haya dejado los platos a medio fregar para venir corriendo a escribir la siguiente idea antes de que se vaya volando de mi cabeza.
Cuando escribo algo motivador, y en algunas ocasiones, cuando doy un consejo, en el fondo lo hago para mi. Es decir, me digo esas cosas a mi misma como para calmar ciertas ansiedades, o preocupaciones que se generan en mi interior. Si bien es cierto que lo que más quiero es que mis mensajes lleguen a alguien que lo necesite, y que en verdad lo ayuden, cuando yo digo estas cosas lo hago porque necesito hacerlo.
Cuando escribo algo motivador, y en algunas ocasiones, cuando doy un consejo, en el fondo lo hago para mi. Es decir, me digo esas cosas a mi misma como para calmar ciertas ansiedades, o preocupaciones que se generan en mi interior. Si bien es cierto que lo que más quiero es que mis mensajes lleguen a alguien que lo necesite, y que en verdad lo ayuden, cuando yo digo estas cosas lo hago porque necesito hacerlo.
Constantemente estamos en una lucha con nuestros demonios, que nos intentan arrastrar al lado de la tristeza y de las angustias. Es en ese entonces cuando hay que hacer una observación objetiva: en todas las historias, hay dos caminos: uno que te puede guiar a los aspectos positivos y el otro a los negativos, y es una decisión tuya escoger que vía tomar.
Es así de simple, hasta en el día más triste o estresante de tu vida puedes sacar una lección positiva, si buscas lo suficientemente bien como para encontrarla, y ese rayito de luz, al ser hallado, podrá ser capaz de iluminar aquel momento que te hizo pasar un trago amargo y alejar aquella oscuridad pegajosa y molesta.
Para ejemplificar mi idea les relataré una historia que me contó mi mamá hace tiempo, no se su exactitud, o quien fue el autor original, no se de dónde la sacó, la verdad, pero al contármela, a pesar de que yo era chiquita, pude entender su significado. Parafrasearé un poco, pero quiero que la idea central llegue a ustedes:
Había una vez un rey que era padre de dos hermosas princesas, ambas de la misma edad, criadas de la misma manera, con los mismos valores, pero no podían ser más diferentes la una de la otra. Así que para hacer una pequeña prueba de su valor y humildad, y así comprobar quien tenía más capacidad de liderazgo, a cada una la puso en una habitación:
A la primera, la más caprichosa e inconforme, la colocó en una habitación colmada de juguetes, muñecas y peluches, todo suave y perfumado, el típico paraíso de una niña de cinco años. A la otra, que era más alegre, cariñosa y optimista, la colocó en un establo repleto de bosta de caballo.
Al ir con su primera hija, a preguntarle cómo se encontraba, no hizo más que quejarse del estado de los juguetes, del perfume , que no le gustaba, de las muñecas, que no eran las que ella quería, en fin, encontró lo despreciable en dónde aparentemente sólo había felicidad.
Decepcionado y preocupado, fue a revisar a su otra hija, a quien encontró sumamente inquieta, estaba sucia, y buscaba de manera ansiosa algo, que parecía que se le había perdido. Extrañado, el rey preguntó "Hija mía ¿qué es lo que se te ha perdido?" A lo que ella lo miró con ojos brillantes, y con una sonrisa traviesa dijo "Es que estoy segura que entre tanta bosta, debe de haber un caballito"
Nosotros decidimos hacer las cosas más brillantes o más oscuras de lo que son en realidad, es nuestra responsabilidad ser felices y transmitir esa felicidad, porque nosotros lo necesitamos y puede que otros también.
Quizás pienses que no influye demasiado tu estado de ánimo en el mundo, y para serte sincera es verdad, al mundo entero en general le importa un pepino que estés feliz o triste, pero a tu pequeño mundo, es decir, aquellos a quienes le importas y te aman si se preocupan y quieren lo mejor para ti. Así que ¿Qué tal si aprendemos y enseñamos a ver el lado brillante hasta de la noche más oscura?
Mariana Betancourt Castro
Es así de simple, hasta en el día más triste o estresante de tu vida puedes sacar una lección positiva, si buscas lo suficientemente bien como para encontrarla, y ese rayito de luz, al ser hallado, podrá ser capaz de iluminar aquel momento que te hizo pasar un trago amargo y alejar aquella oscuridad pegajosa y molesta.
Para ejemplificar mi idea les relataré una historia que me contó mi mamá hace tiempo, no se su exactitud, o quien fue el autor original, no se de dónde la sacó, la verdad, pero al contármela, a pesar de que yo era chiquita, pude entender su significado. Parafrasearé un poco, pero quiero que la idea central llegue a ustedes:
Había una vez un rey que era padre de dos hermosas princesas, ambas de la misma edad, criadas de la misma manera, con los mismos valores, pero no podían ser más diferentes la una de la otra. Así que para hacer una pequeña prueba de su valor y humildad, y así comprobar quien tenía más capacidad de liderazgo, a cada una la puso en una habitación:
A la primera, la más caprichosa e inconforme, la colocó en una habitación colmada de juguetes, muñecas y peluches, todo suave y perfumado, el típico paraíso de una niña de cinco años. A la otra, que era más alegre, cariñosa y optimista, la colocó en un establo repleto de bosta de caballo.
Al ir con su primera hija, a preguntarle cómo se encontraba, no hizo más que quejarse del estado de los juguetes, del perfume , que no le gustaba, de las muñecas, que no eran las que ella quería, en fin, encontró lo despreciable en dónde aparentemente sólo había felicidad.
Decepcionado y preocupado, fue a revisar a su otra hija, a quien encontró sumamente inquieta, estaba sucia, y buscaba de manera ansiosa algo, que parecía que se le había perdido. Extrañado, el rey preguntó "Hija mía ¿qué es lo que se te ha perdido?" A lo que ella lo miró con ojos brillantes, y con una sonrisa traviesa dijo "Es que estoy segura que entre tanta bosta, debe de haber un caballito"
Nosotros decidimos hacer las cosas más brillantes o más oscuras de lo que son en realidad, es nuestra responsabilidad ser felices y transmitir esa felicidad, porque nosotros lo necesitamos y puede que otros también.
Quizás pienses que no influye demasiado tu estado de ánimo en el mundo, y para serte sincera es verdad, al mundo entero en general le importa un pepino que estés feliz o triste, pero a tu pequeño mundo, es decir, aquellos a quienes le importas y te aman si se preocupan y quieren lo mejor para ti. Así que ¿Qué tal si aprendemos y enseñamos a ver el lado brillante hasta de la noche más oscura?
Mariana Betancourt Castro