Hay días en los que amanecemos rotos, no se otra forma de expresarlo, es como si una parte de ti se hubiese quedado pegada a las cobijas o al pijama, y nos fuésemos sin ella sin darnos cuenta; como si esa pequeña parte perdida se hubiese escapado mientras estábamos en nuestro profundo y hermoso mundo de los sueños, y que al intentar volver a ti, no te encontrara, y ahora esté perdida tratando desesperadamente de hallarte, y tu también a ella, porque lo sientes en tu interior, algo no anda bien.
Pero como no sabes exactamente que se te perdió, que se escapó de tu interior, no lo puedes llamar por su nombre para que regrese, lo que hace ese momento aún más angustiante, cómo cuando buscas en silencio y sin alterar a nadie tu celular, y cuándo por fin manifiestas tu preocupación, y te sugieren que lo llames, respondes que está en silencio. Esa parte de ti te necesita, tu la necesitas, pero cuando ya llegó el punto en el que sabes que si te sigues esforzando y preocupando de más, te vas a cegar, cedes un poco a que el tiempo haga su trabajo.
Y, sin más, eso aparece, y de la forma más peculiar del mundo:
Un "te quiero", un sincero y pequeño "te quiero", es lo que a veces nos hace falta para sentirnos completos. No porque no lo digamos con la suficiente frecuencia, o sentimiento a aquellos a quienes amamos, no porque dejemos de demostrarlo, sino porque, en la situación en la que vivimos actualmente, tan llena de dificultades y caminos oscuros y espinosos, se nos escapa la dulzura del corazón.
Puede que ya hayamos drenado mucha a lo largo de los años, porque es inevitable que se formen costras y cicatrices en las áreas heridas de nuestro cuerpo y nuestra alma, pero la verdadera esencia, aquello que con el ensayo y error se ha ido reduciendo y reduciendo hasta lograr un concentrado, algo fuerte y consistente, es lo que a veces tiende a escaparse de nuestro interior, cuando llevamos mucho tiempo con el alma en reposo de sentir.
Así que a veces, decir un te quiero, o que te digan un te quiero, es el camino para que eso vuelva a ti, y ya no te sientas tan perdido.
Te quiero.
Mariana Betancourt Castro
Pero como no sabes exactamente que se te perdió, que se escapó de tu interior, no lo puedes llamar por su nombre para que regrese, lo que hace ese momento aún más angustiante, cómo cuando buscas en silencio y sin alterar a nadie tu celular, y cuándo por fin manifiestas tu preocupación, y te sugieren que lo llames, respondes que está en silencio. Esa parte de ti te necesita, tu la necesitas, pero cuando ya llegó el punto en el que sabes que si te sigues esforzando y preocupando de más, te vas a cegar, cedes un poco a que el tiempo haga su trabajo.
Y, sin más, eso aparece, y de la forma más peculiar del mundo:
Un "te quiero", un sincero y pequeño "te quiero", es lo que a veces nos hace falta para sentirnos completos. No porque no lo digamos con la suficiente frecuencia, o sentimiento a aquellos a quienes amamos, no porque dejemos de demostrarlo, sino porque, en la situación en la que vivimos actualmente, tan llena de dificultades y caminos oscuros y espinosos, se nos escapa la dulzura del corazón.
Puede que ya hayamos drenado mucha a lo largo de los años, porque es inevitable que se formen costras y cicatrices en las áreas heridas de nuestro cuerpo y nuestra alma, pero la verdadera esencia, aquello que con el ensayo y error se ha ido reduciendo y reduciendo hasta lograr un concentrado, algo fuerte y consistente, es lo que a veces tiende a escaparse de nuestro interior, cuando llevamos mucho tiempo con el alma en reposo de sentir.
Así que a veces, decir un te quiero, o que te digan un te quiero, es el camino para que eso vuelva a ti, y ya no te sientas tan perdido.
Te quiero.
Mariana Betancourt Castro