Aproximadamente once es el número de horas que las personas esperan en cola frente a las tiendas Zara de diversas partes de caracas; al enterarse de que la mercancía había vuelto luego de casi cinco meses de inactividad y ,esta vez, a “precios justos”. Luego de que el presidente Maduro declarase el “plan navidades felices”, este fue el siguiente paso a dar, para mostrarle al pueblo que si se llevaría a cabo, pero no es tan maravilloso como parece.
Además del número irracional de horas a esperar, hay otra serie de requisitos que se piden: llegar sumamente temprano (a las cinco de la mañana o antes) para anotarse en una lista con nombre, apellido y CI, al momento de la compra sólo se pueden llevar cinco artículos por persona y, cómo última condición, no volver al establecimiento en un mes, porque ya la cédula queda registrada.
Es decir, 11 horas de cola, perdiendo un día laboral completo, para comprarse cinco cosas cuyos precios más baratos van desde los 1500 a los 3000 bolívares, y que además lo acepten con júbilo, aplausos y risas. Definitivamente no es la chinkunguya, que ya se ha cobrado la vida de varios y ha arremetido con la salud de muchos conocidos dejando remansos de dolor en los músculos y articulaciones, la peor enfermedad que ha atacado a nuestra sociedad venezolana estos últimos meses, sino el conformismo, la falta de visión, el poco cariño que se tienen a ellos mismos considerando que las pocas migajas que les lanzan es lo que merecen. Definitivamente Simón Bolívar tenía razón al decir que “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”.
Mariana Betancourt Castro
Además del número irracional de horas a esperar, hay otra serie de requisitos que se piden: llegar sumamente temprano (a las cinco de la mañana o antes) para anotarse en una lista con nombre, apellido y CI, al momento de la compra sólo se pueden llevar cinco artículos por persona y, cómo última condición, no volver al establecimiento en un mes, porque ya la cédula queda registrada.
Es decir, 11 horas de cola, perdiendo un día laboral completo, para comprarse cinco cosas cuyos precios más baratos van desde los 1500 a los 3000 bolívares, y que además lo acepten con júbilo, aplausos y risas. Definitivamente no es la chinkunguya, que ya se ha cobrado la vida de varios y ha arremetido con la salud de muchos conocidos dejando remansos de dolor en los músculos y articulaciones, la peor enfermedad que ha atacado a nuestra sociedad venezolana estos últimos meses, sino el conformismo, la falta de visión, el poco cariño que se tienen a ellos mismos considerando que las pocas migajas que les lanzan es lo que merecen. Definitivamente Simón Bolívar tenía razón al decir que “Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”.
Mariana Betancourt Castro