Mi amigo Carlos Ruiz:
De la trilogía de la niebla, debo admitir que este es mi libro favorito, el más querido y por el que más esperé para leer. Llevo siguiendo su asombroso trabajo desde que era una muchachita de 12 años. Mi mamá me compró el primer libro que escribió, “El príncipe de la niebla” y de desde ese momento en adelante he estado en una constante búsqueda y lectura de cada libro que ha escrito. Pero este nunca lo pude encontrar sino hasta hace poco, que vino a parar a mis manos, nuevamente gracias a mi maravillosa madre, quien me lo obsequió como regalo por mi cumpleaños 21.
Él suele decir, en muchas ocasiones, que tendemos a recordar mucho más a la obra escrita que al propio escritor, pero en lo que respecta a sus libros, van llevados de la mano, ya que sólo él fue y es capaz de crear tales mundos llenos de aventuras, en los cuales es imposible no enfrascarse. Esta obra, tan colmada de su particular manera de hilar y conducir los hechos, me llenó desde el momento en el que empecé a leer la primera línea, la familiaridad que hace sentir por la forma en la que describe a cada personaje, y me hace sentir que son mis amigos, es algo que siempre amaré y admiraré de su forma de escribir.
Pero no es simplemente el hecho de saber escribir una buena historia, con un interesante inicio, excelente nudo y nostálgico final, es el hecho de que de su imaginación brota un mundo, que a pesar de que está conectado con el existente, por los lugares mencionados, es completamente envolvente y hermoso, lleno de hazañas que esperan en cada esquina, que hace que los objetos más comunes se transformen en pistas para resolver el misterio que viene acechando desde hace días. Un mundo que impide que saque mi nariz de entre las páginas, que me hace sentir que formo parte del mismo, dónde puedo sentir el sol sobre mi piel, la arena bajo mis pies y el sonido del mar en mis oídos.
Este libro logró su cometido, tal como quería, al atar ciertos cabos sueltos que había dejado a lo largo de sus tres novelas juveniles, está llena de ese algo que nos hace sentir que, en el momento en el que terminemos de leerlo, tendremos esa sensación de orfandad típica de las buenas obras, una asombrosa huella para aquellos jóvenes lectores que apenas se están embarcando en este amplio, hermoso y a veces tormentoso mar de la lectura, mientras que para los que llevamos años soñando con nuestros viejos amigos hechos de tinta y hojas de papel, representa un encuentro con nosotros mismos: vernos cara a cara con ese pequeño niño o niña sosteniendo en sus torpes manos el primer libro que lo cautivó.
Porque él más que nadie debe conocer la diferencia entre el primer libro que leemos, y el primer libro al cual le abrimos nuestra alma y más allá de leerlo, dejamos que él nos lea a nosotros. Puede que muchos ya estuviesen enamorados de la lectura cuando lo descubrieron, como es mi caso, pero así como eso es una gran posibilidad, estoy segura que hay muchas personas en el mundo que todavía no encuentran el libro ideal, aquel que te enamora, te adopta para pasear por sus maravillosos paisajes y compartir con sus singulares personajes, para que, al final simplemente se termine, dejando en tu corazón la marca permanente de aquel que se ha enamorado profundamente del arte de leer, y que ese libro ideal, puede ser este que tienen en las manos.
Si bien es cierto que soy su amiga lectora, y que todos los que lo conocemos somos sus amigos lectores, él eres nuestro amigo Carlos Ruiz, el que nos ha hecho viajar por una España vieja y nostálgica, llena de sentimientos encontrados, fantasmas de guerras, corazones rotos, reparados, o de piedra; es el amigo que nos ha abierto un pequeño pasaje secreto a su corazón y a su mente, dejándonos formar parte de aquello que lo conforma y lo hace maravilloso, es el amigo que nos ayuda diciendo siempre las palabras adecuadas en el momento adecuado por medio de sus obras, y ésta, en particular, la que presento y muero por que todos conozcan y lean, vivirá en mí siempre, sobre todo por la serie de eventos que me impidieron conseguirlo en el momento, por haber esperado nueve años para por fin dejarme envolver por su magia.
Esta vez será para siempre.
Mariana Betancourt Castro
De la trilogía de la niebla, debo admitir que este es mi libro favorito, el más querido y por el que más esperé para leer. Llevo siguiendo su asombroso trabajo desde que era una muchachita de 12 años. Mi mamá me compró el primer libro que escribió, “El príncipe de la niebla” y de desde ese momento en adelante he estado en una constante búsqueda y lectura de cada libro que ha escrito. Pero este nunca lo pude encontrar sino hasta hace poco, que vino a parar a mis manos, nuevamente gracias a mi maravillosa madre, quien me lo obsequió como regalo por mi cumpleaños 21.
Él suele decir, en muchas ocasiones, que tendemos a recordar mucho más a la obra escrita que al propio escritor, pero en lo que respecta a sus libros, van llevados de la mano, ya que sólo él fue y es capaz de crear tales mundos llenos de aventuras, en los cuales es imposible no enfrascarse. Esta obra, tan colmada de su particular manera de hilar y conducir los hechos, me llenó desde el momento en el que empecé a leer la primera línea, la familiaridad que hace sentir por la forma en la que describe a cada personaje, y me hace sentir que son mis amigos, es algo que siempre amaré y admiraré de su forma de escribir.
Pero no es simplemente el hecho de saber escribir una buena historia, con un interesante inicio, excelente nudo y nostálgico final, es el hecho de que de su imaginación brota un mundo, que a pesar de que está conectado con el existente, por los lugares mencionados, es completamente envolvente y hermoso, lleno de hazañas que esperan en cada esquina, que hace que los objetos más comunes se transformen en pistas para resolver el misterio que viene acechando desde hace días. Un mundo que impide que saque mi nariz de entre las páginas, que me hace sentir que formo parte del mismo, dónde puedo sentir el sol sobre mi piel, la arena bajo mis pies y el sonido del mar en mis oídos.
Este libro logró su cometido, tal como quería, al atar ciertos cabos sueltos que había dejado a lo largo de sus tres novelas juveniles, está llena de ese algo que nos hace sentir que, en el momento en el que terminemos de leerlo, tendremos esa sensación de orfandad típica de las buenas obras, una asombrosa huella para aquellos jóvenes lectores que apenas se están embarcando en este amplio, hermoso y a veces tormentoso mar de la lectura, mientras que para los que llevamos años soñando con nuestros viejos amigos hechos de tinta y hojas de papel, representa un encuentro con nosotros mismos: vernos cara a cara con ese pequeño niño o niña sosteniendo en sus torpes manos el primer libro que lo cautivó.
Porque él más que nadie debe conocer la diferencia entre el primer libro que leemos, y el primer libro al cual le abrimos nuestra alma y más allá de leerlo, dejamos que él nos lea a nosotros. Puede que muchos ya estuviesen enamorados de la lectura cuando lo descubrieron, como es mi caso, pero así como eso es una gran posibilidad, estoy segura que hay muchas personas en el mundo que todavía no encuentran el libro ideal, aquel que te enamora, te adopta para pasear por sus maravillosos paisajes y compartir con sus singulares personajes, para que, al final simplemente se termine, dejando en tu corazón la marca permanente de aquel que se ha enamorado profundamente del arte de leer, y que ese libro ideal, puede ser este que tienen en las manos.
Si bien es cierto que soy su amiga lectora, y que todos los que lo conocemos somos sus amigos lectores, él eres nuestro amigo Carlos Ruiz, el que nos ha hecho viajar por una España vieja y nostálgica, llena de sentimientos encontrados, fantasmas de guerras, corazones rotos, reparados, o de piedra; es el amigo que nos ha abierto un pequeño pasaje secreto a su corazón y a su mente, dejándonos formar parte de aquello que lo conforma y lo hace maravilloso, es el amigo que nos ayuda diciendo siempre las palabras adecuadas en el momento adecuado por medio de sus obras, y ésta, en particular, la que presento y muero por que todos conozcan y lean, vivirá en mí siempre, sobre todo por la serie de eventos que me impidieron conseguirlo en el momento, por haber esperado nueve años para por fin dejarme envolver por su magia.
Esta vez será para siempre.
Mariana Betancourt Castro