Siempre se ha dicho que los niños pequeños y los animales son más sensibles a las cosas paranormales, puede que esto no sea tan paranormal como esperan, pero es principalmente porque no lo recuerdo, esta es una historia que me contó mi mamá:
Resulta que cuando yo era muy pequeña, el hermano de un primo de mi papá murió, y bueno, como no tenían con quien dejarme, me llevaron con ellos al entierro. Mamá me cuenta que en ese momento estaba conmigo un primito que tenía más o menos mi edad, nosotros disfrutábamos mucho jugando juntos, así que fue difícil darse cuenta en que momento nos alejamos de su lado, cuando nos encontraron estábamos muy entretenidos jugando con unas pelotas, muñecos y tazas que nos habíamos encontrado, nos preguntaron dónde y ambos señalamos una tumba de un niño.
La inocencia de un niño es algo valioso que al crecer se pierde porque sus ojos se nublan o moldean con la crueldad y lo crudo que es el mundo, y es por eso que nos puede resultar extraña, a mi mamá al principio le dio ternura que estuviésemos tan entretenidos con esos juguetes, sin ni siquiera imaginarnos la triste historia detrás de ellos, pero lo que en verdad recuerda con algo de miedo es que cuando tanto mi tía como ella volvieron a poner los juguetes en su puesto, ni mi primo y yo nos queríamos ir, sin importar las veces que nos dijeron que ya era hora de irse a casa, que jugaríamos juntos otro día, pero insistíamos en quedarnos, cuando preguntaron por qué, yo dije "Porque estamos jugando con..." mamá simplemente no me dejó terminar, me cargó y me llevó al carro, algo en su interior le decía que no iba a culminar la frase con la palabra "juguetes" pero tampoco quiso averiguarlo.
Mariana Betancourt Castro
Resulta que cuando yo era muy pequeña, el hermano de un primo de mi papá murió, y bueno, como no tenían con quien dejarme, me llevaron con ellos al entierro. Mamá me cuenta que en ese momento estaba conmigo un primito que tenía más o menos mi edad, nosotros disfrutábamos mucho jugando juntos, así que fue difícil darse cuenta en que momento nos alejamos de su lado, cuando nos encontraron estábamos muy entretenidos jugando con unas pelotas, muñecos y tazas que nos habíamos encontrado, nos preguntaron dónde y ambos señalamos una tumba de un niño.
La inocencia de un niño es algo valioso que al crecer se pierde porque sus ojos se nublan o moldean con la crueldad y lo crudo que es el mundo, y es por eso que nos puede resultar extraña, a mi mamá al principio le dio ternura que estuviésemos tan entretenidos con esos juguetes, sin ni siquiera imaginarnos la triste historia detrás de ellos, pero lo que en verdad recuerda con algo de miedo es que cuando tanto mi tía como ella volvieron a poner los juguetes en su puesto, ni mi primo y yo nos queríamos ir, sin importar las veces que nos dijeron que ya era hora de irse a casa, que jugaríamos juntos otro día, pero insistíamos en quedarnos, cuando preguntaron por qué, yo dije "Porque estamos jugando con..." mamá simplemente no me dejó terminar, me cargó y me llevó al carro, algo en su interior le decía que no iba a culminar la frase con la palabra "juguetes" pero tampoco quiso averiguarlo.
Mariana Betancourt Castro