He vuelto a la casa de mi abuela, lo que quiere decir que a partir de ahora mis post se van a organizar mucho más, volveré a escribir a diario sin problemas y evidentemente me rendirá un poco más el tiempo. Vamos paso a paso:
Viernes:
Servicio comunitario, mi némesis semanal, lo detesto tanto como se me es posible, pero algo no me dejaba de atormentar, así que cómo sólo fuimos Jose Carlos y yo, le pedí por favor que nos fuesemos temprano para irme a la UCV a terminar con D.
Si, terminar, una decisión bastante drástica, pero para todo aquello que ha estado pasando en mi mente no, así que temblando fui, pero cuando apareció frente a mi, con su típica cara de confundido y su particular forma de caminar, simplemente no pude hacerlo, pero si hablé con él y saqué todo lo que tenia atrapado en el pecho. Lloré como un bebé desconsolado, dejé que me abrazara como a un objeto frágil, me quebré y rugí del llanto en sus brazos, y una vez desahogada, quedamos en darnos un tiempo.
No un tiempo como el de Ross y Rachel, un tiempo en verdad, uno que nos permita arreglar o terminar de destruir las cosas, uno que nos permita pensar, reconsiderar, valorar, en fin, un tiempo como debe ser para aquellos que se siguen queriendo. Porque no, en ningún momento dije que había dejado de amarlo, puede que las cosas no sean fáciles, puede que ya no sea lo mismo que antes, puede que todo se haga mucho más complicado, pero no he dejado de amarlo con todo mi corazón, simplemente no quiero que nos destruyamos entre nosotros, lo quiero demasiado como para eso, y el me quiere demasiado como para destruirme también.
Luego de eso fui a Plaza las américas a comer con las Bloggers y a despedir a mi amiga Titi, que se va este viernes a su nueva vida en Panamá, no hace falta escribir con simples palabras lo mucho que la voy a extrañar.
Al volver a casa, me quité la tonta idea de mi cabeza de que iba a "trabajar" y me senté a escribir, curiosamente una carta de amor que puse a concursar en Mont Blanc.
D me habló esa noche, me hizo reír, y por unas pocas, pero preciosas horas, se me olvidó el hecho del tiempo, de las circunstancias, de lo que requerimos, simplemente eramos él yo hablando, siendo felices, fue como un oasis en el desierto, cosa que me hizo falta para sobrevivir lo que me pasó al día siguiente.
Sábado:
Me levanté con dolor de vientre, lo normal, bajé a pasear a la perra, alimenté a los gatitos, me bañé, se me incrementó un poco más, por lo cual decidí acostarme para estar mejor para ir al super mercado, pero no me mejoré en lo absoluto.
Una oleada inhumana de dolor me invadió desde lo más bajo y profundo de mi vientre hasta mi pecho, todo era dolor, no podía comer nada, vomité dos veces, lloraba y aullaba como una bestia convaleciente por el dolor, me dio taquicardia, sentí que de verdad era insoportable, sólo quería desvanecerme, evaporarme, desmayarme al menos, para no sentir más ese espantoso dolor.
Luego de cuidarme por dos horas, mis papás estaban agotados cuando caí dormida (o desmayada) durante casi tres horas. Al levantarme, fue como si nada me hubiese pasado, salvo por algunos pequeños remansos de dolor que me acompañaron en la tarde, cuando básicamente obligué a mi mamá a salir a una reunión con sus amigas, a quienes no veía en mucho tiempo y a la cual yo me había comprometido a acompañarla. Estuvimos ahí hasta las 9 de la noche y luego nos fuimos, al llegar a la casa caí rendida.
Domingo:
Me sentía perfectamente bien, de hecho me puse a corregir mi carta para finalmente mandarla, luego nos arreglamos y nos fuimos al cumpleaños de mi primita Patty, en donde comí tanta chuchería que creo que engordé al menos kilo y medio. No fue un día de lo más extraordinario, salvo por el hecho de que creo que los ñoñoscoros siguen enfermos de los ojitos y que vimos Star Wars antes de dormir.
Lunes:
Prometí levantarme temprano para ayudar a mi mamá a hacer arepas, luego de eso seguí la rutina que he estado siguiendo por dos semanas por última vez por los momentos, y bajé a pasear a la Mulansita, mientras mi hermanita le daba de comer a los gatitos, luego de eso nos fuimos todos, papá me llevó a la universidad en dónde la antipática profesora le hizo correcciones a mi prólogo, en realidad son buenas críticas que debo tomar en cuenta a la hora de corregir el texto, pero la mujercita me cae tan mal que todo lo que decía sonaba chocante. Luego de eso me fui a inscribir en el curso de inglés, y al volver a la casa de mi abuelita, por fin, me puse a hacer ejercicio, trabajé como mil horas como una demente, y finalmente me puse a adelantar cosas del blog. Los pensamientos fatalistas han tocado a la puerta de mis pensamientos nuevamente, por lo que he estado llorando bastante a lo largo del día. La esperanza en mi relación con D se me está escurriendo de los dedos como el agua, así que disfrutaré estos últimos momentos que nos quedan lo mejor que pueda, porque presiento que ya dentro de nada, D no será más que mi amigo, mi muy querido, amado y fiel amigo.
Pero igual duele.
Mariana Betancourt Castro.
Servicio comunitario, mi némesis semanal, lo detesto tanto como se me es posible, pero algo no me dejaba de atormentar, así que cómo sólo fuimos Jose Carlos y yo, le pedí por favor que nos fuesemos temprano para irme a la UCV a terminar con D.
Si, terminar, una decisión bastante drástica, pero para todo aquello que ha estado pasando en mi mente no, así que temblando fui, pero cuando apareció frente a mi, con su típica cara de confundido y su particular forma de caminar, simplemente no pude hacerlo, pero si hablé con él y saqué todo lo que tenia atrapado en el pecho. Lloré como un bebé desconsolado, dejé que me abrazara como a un objeto frágil, me quebré y rugí del llanto en sus brazos, y una vez desahogada, quedamos en darnos un tiempo.
No un tiempo como el de Ross y Rachel, un tiempo en verdad, uno que nos permita arreglar o terminar de destruir las cosas, uno que nos permita pensar, reconsiderar, valorar, en fin, un tiempo como debe ser para aquellos que se siguen queriendo. Porque no, en ningún momento dije que había dejado de amarlo, puede que las cosas no sean fáciles, puede que ya no sea lo mismo que antes, puede que todo se haga mucho más complicado, pero no he dejado de amarlo con todo mi corazón, simplemente no quiero que nos destruyamos entre nosotros, lo quiero demasiado como para eso, y el me quiere demasiado como para destruirme también.
Luego de eso fui a Plaza las américas a comer con las Bloggers y a despedir a mi amiga Titi, que se va este viernes a su nueva vida en Panamá, no hace falta escribir con simples palabras lo mucho que la voy a extrañar.
Al volver a casa, me quité la tonta idea de mi cabeza de que iba a "trabajar" y me senté a escribir, curiosamente una carta de amor que puse a concursar en Mont Blanc.
D me habló esa noche, me hizo reír, y por unas pocas, pero preciosas horas, se me olvidó el hecho del tiempo, de las circunstancias, de lo que requerimos, simplemente eramos él yo hablando, siendo felices, fue como un oasis en el desierto, cosa que me hizo falta para sobrevivir lo que me pasó al día siguiente.
Sábado:
Me levanté con dolor de vientre, lo normal, bajé a pasear a la perra, alimenté a los gatitos, me bañé, se me incrementó un poco más, por lo cual decidí acostarme para estar mejor para ir al super mercado, pero no me mejoré en lo absoluto.
Una oleada inhumana de dolor me invadió desde lo más bajo y profundo de mi vientre hasta mi pecho, todo era dolor, no podía comer nada, vomité dos veces, lloraba y aullaba como una bestia convaleciente por el dolor, me dio taquicardia, sentí que de verdad era insoportable, sólo quería desvanecerme, evaporarme, desmayarme al menos, para no sentir más ese espantoso dolor.
Luego de cuidarme por dos horas, mis papás estaban agotados cuando caí dormida (o desmayada) durante casi tres horas. Al levantarme, fue como si nada me hubiese pasado, salvo por algunos pequeños remansos de dolor que me acompañaron en la tarde, cuando básicamente obligué a mi mamá a salir a una reunión con sus amigas, a quienes no veía en mucho tiempo y a la cual yo me había comprometido a acompañarla. Estuvimos ahí hasta las 9 de la noche y luego nos fuimos, al llegar a la casa caí rendida.
Domingo:
Me sentía perfectamente bien, de hecho me puse a corregir mi carta para finalmente mandarla, luego nos arreglamos y nos fuimos al cumpleaños de mi primita Patty, en donde comí tanta chuchería que creo que engordé al menos kilo y medio. No fue un día de lo más extraordinario, salvo por el hecho de que creo que los ñoñoscoros siguen enfermos de los ojitos y que vimos Star Wars antes de dormir.
Lunes:
Prometí levantarme temprano para ayudar a mi mamá a hacer arepas, luego de eso seguí la rutina que he estado siguiendo por dos semanas por última vez por los momentos, y bajé a pasear a la Mulansita, mientras mi hermanita le daba de comer a los gatitos, luego de eso nos fuimos todos, papá me llevó a la universidad en dónde la antipática profesora le hizo correcciones a mi prólogo, en realidad son buenas críticas que debo tomar en cuenta a la hora de corregir el texto, pero la mujercita me cae tan mal que todo lo que decía sonaba chocante. Luego de eso me fui a inscribir en el curso de inglés, y al volver a la casa de mi abuelita, por fin, me puse a hacer ejercicio, trabajé como mil horas como una demente, y finalmente me puse a adelantar cosas del blog. Los pensamientos fatalistas han tocado a la puerta de mis pensamientos nuevamente, por lo que he estado llorando bastante a lo largo del día. La esperanza en mi relación con D se me está escurriendo de los dedos como el agua, así que disfrutaré estos últimos momentos que nos quedan lo mejor que pueda, porque presiento que ya dentro de nada, D no será más que mi amigo, mi muy querido, amado y fiel amigo.
Pero igual duele.
Mariana Betancourt Castro.