Desperté triste, lo digo de una, sin rodeos, sin adornos ni azúcar. Porque mañana empiezo clases y me tengo que mudar nuevamente a la casa de mi abuela. No me mal interpreten, amo estar en la casa de mi abuela, pero al menos los primeros días extraño mucho mi casa, a mi papá, a mi mamá, a mi hermanita, a mi mulan...
Estaba mal en verdad, cuando me levanté y me cepillé los dientes me volví a acostar en mi cama, arropada hasta el cuello a ver televisión. Pero decidí que tenía que hacer algo para reponerme, no podía pasar así todo el día, así que me vestí, hice ejercicio, lo cual me hizo muy bien, me puse muy contenta, y recuperé los ánimos para arreglar la casa, hacerme un buen desayuno y bañarme.
Decidí que, al ser mi último día de vacaciones, no iba a hacer nada que tuviese que ver con la universidad, este día iba a ser para mi y para mi mejor amiga Valentina, que vino a visitarme hoy.
Había estado de viaje en Margarita por dos semanas, verla me dio una alegría increíble. Almorzamos, hablamos de miles de cosas, tomamos té de chocolate, luego me acompañó a la casa de mi abuela a dejar mi equipaje para irme mañana lo más ligera posible de la universidad a su casa, y finalmente, al regresar nos quedamos en la computadora tonteando hasta que se hizo de noche y se tuvo que ir.
Valentina es una de las personas más especiales en mi vida, ha estado en las buenas y en las malas conmigo, es como la hermana que me regaló la vida, cuando hablo con ella simplemente el tiempo pasa volando de forma tal que las risas, las lágrimas y hasta el más pequeño detalle es valeroso para mi.
Confío en ella más que en cualquier otra persona en el mundo, y no hubo mejor manera de pasar mi último día de vacaciones que a su lado, riendo y hablando, como si el tiempo se hubiese detenido.
Mariana Betancourt Castro
Estaba mal en verdad, cuando me levanté y me cepillé los dientes me volví a acostar en mi cama, arropada hasta el cuello a ver televisión. Pero decidí que tenía que hacer algo para reponerme, no podía pasar así todo el día, así que me vestí, hice ejercicio, lo cual me hizo muy bien, me puse muy contenta, y recuperé los ánimos para arreglar la casa, hacerme un buen desayuno y bañarme.
Decidí que, al ser mi último día de vacaciones, no iba a hacer nada que tuviese que ver con la universidad, este día iba a ser para mi y para mi mejor amiga Valentina, que vino a visitarme hoy.
Había estado de viaje en Margarita por dos semanas, verla me dio una alegría increíble. Almorzamos, hablamos de miles de cosas, tomamos té de chocolate, luego me acompañó a la casa de mi abuela a dejar mi equipaje para irme mañana lo más ligera posible de la universidad a su casa, y finalmente, al regresar nos quedamos en la computadora tonteando hasta que se hizo de noche y se tuvo que ir.
Valentina es una de las personas más especiales en mi vida, ha estado en las buenas y en las malas conmigo, es como la hermana que me regaló la vida, cuando hablo con ella simplemente el tiempo pasa volando de forma tal que las risas, las lágrimas y hasta el más pequeño detalle es valeroso para mi.
Confío en ella más que en cualquier otra persona en el mundo, y no hubo mejor manera de pasar mi último día de vacaciones que a su lado, riendo y hablando, como si el tiempo se hubiese detenido.
Mariana Betancourt Castro